Cuando el gobierno de Hugo Chávez no pudo ocultar más la crisis del Sistema Eléctrico Nacional, evadió sus responsabilidades y culpó a la naturaleza por la falta de energía. Hoy es evidente que la crisis energética en Venezuela se debe principalmente a la impericia gerencial, la falta de mantenimiento y de inversiones para incrementar la generación, transmisión y distribución de energía.
La capital y por lo menos cuatro estados del país están acosados por incendios en parques nacionales y pulmones vegetales de zonas urbanas, pero de nuevo el Gobierno se exculpa y continúa achacando a la naturaleza la responsabilidad de que buena parte del país esté ardiendo. Si bien es cierto que en épocas de larga sequía la vegetación y la maleza pueden arder accidentalmente, por descuidos o imprudencias de personas, es obligación de las autoridades controlar y apagar los incendios antes de que se extiendan y causen devastación. Eso marca la diferencia entre un gobierno responsable y otro negligente.
Según el Instituto Nacional de Parques, desde diciembre de 2009, unos 550 incendios han arrasado con 24.500 hectáreas de vegetación en parques nacionales, incluyendo los de la montaña El Ávila en Caracas, La Gran Sabana, el Parque Henry Pittier y la Reserva Forestal de Uverito. Sólo en El Ávila, montaña rebautizada por el gobierno de Chávez como Guarairarepano, desde diciembre se han registrado 75 incendios y se han quemado 1.379 hectáreas.
El Ávila no ardía así desde hace 51 años, gracias al trabajo mancomunado hecho por los gobiernos del siglo pasado y dos empresas privadas de entonces –La Electricidad de Caracas y el Banco Venezuela- en el desmonte de maleza seca, mantenimiento de contrafuegos, dotación de equipos contra incendio y capacitación de personal para prevenir y combatir los incendios forestales.
Este incendio ha sacado a la luz pública que no sólo el Gobierno ha descuidado el mantenimiento y la vigilancia, sino que los bomberos forestales sufren de precaria dotación de uniformes de campaña, de equipos protectores y vehículos. Según informes de prensa, en Caracas cuentan con apenas dos helicópteros, uno para el transporte de personal y otro para cargar unos 3.200 litros de agua, pero ambos presentaron desperfectos mecánicos durante la reciente emergencia.
Es difícil entender que el Estado venezolano haya invertido inmensas cantidades de dinero para prepararse para una hipotética guerra contra “el Imperio”, en lugar de dotar a la nación para enfrentar más probables contingencias naturales y accidentes
humanos, como los incendios que han devastado parques nacionales en todo el país.
Para muchos venezolanos, lo que acontece en los parques nacionales es similar a lo que está pasando en otros sectores, donde la negligencia, la falta de probidad en el manejo de la cosa pública, la mala administración y la falta de inversión han ocasionado graves estragos.
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